Introducción.
Originalmente pensaba titularlo como "la Academia como un mercado negro del conocimiento", pero el sólo poner "Conocimiento en Venta" sentí que era mejor y más corto título para la reflexión que voy a mencionar aquí.
Sucedió que tomé un pequeño curso de capacitación para un trabajo en donde mi deber será en exclusiva capacitar a los docentes, claro que bajo la premisa de que me podría encontrar de todo un poco, desde docentes con todas las ganas de aprender hasta docentes que se pondrán tan tajantes que me dirán que no quieren que una chamaca como yo les diga como hacer su trabajo.
Durante las intensas sesiones, el capacitador, un argentino que ha trabajado mucho en el ámbito educativo, puso a colación un tema que está hasta ahora ampliamente discutido por la comunidad de los científicos sociales de cualquier disciplina: El Conocimiento como objeto de intercambio monetario.
I. Planteando el asunto "a calzón quitado".
Como dice el título, hay que plantear esta problemática sin tapujos, en la espera de represalias, mentadas de madre y hasta de ver caras agrias por parte de las "autoridades" académicas.
Con toda mi "tajantería", he de mencionar que el asunto de la Academia como un mercado negro del conocimiento no es algo nuevo en el mundo. De hecho, podría decirse que es el asunto más antiguo del mundo después de la prostitución y del surgimiento de los modelos de ciudades en Europa y alrededor del mundo.
Por si alguien no se había dado cuenta, la Academia antes era exclusiva e inclusiva, por no decir que solamente los riquillos podían saber leer, escribir, saber sumar, restar, aprender hasta lo que uno menos se imaginaría (eso se los dejo a ustedes para pensar), y que los demás miembros de la sociedad por milagro del Señor lograban acceder. No fue hasta en un período abarcado entre finales del siglo XVIII y principios ó mediados del XIX que la Academia empezó a abrirse para recibir a aquellos que pertenecían a la clase media (y por suerte, a algunos de clase baja) y más adelante, en el siglo XX, se abre para todos en general... Bueno, a casi todos.
Toda esa apertura por una módica cantidad de moneditas con el rostro de la Chabela o hasta de Polo Polo, claro, si es que a alguien se le ocurre tributear al comediante de Pepito o de Chabelo, que uno debe de desembolsar, esforzarse por reunir y volver a desembolsar. Y si eso no fuera suficiente, también uno tiene que ver la compradera de libros, fotocopias, artículos de internet necesarios para el trabajo escolar, pero bloqueados a no ser que pagues el importe, materiales de apoyo, sobornos para los prefectos, maestros, bullies, etc.
Esta clase de situaciones se han visto tanto en escuelas públicas como privadas, por lo que ya se imaginarán el tamaño asunto que existe en la actualidad: De la exclusividad a la apertura, y de la apertura al mercado negro.
II. La Academia: Un mercado negro.
Ir al preescolar y a la primaria es, para uno, sinónimo de libertad absoluta, juegos, formación de amistades y socialización; ir a la secundaria, por otro lado, es "madurar" o encaminarse hacia la transición del niño a púber, de dejar los juguetes y agarrar los cosméticos o las revistas porno. Ir a la preparatoria es, para algunos, la etapa de preparación hacia la vida adulta, la cual se alcanza con la entrada a la universidad, sinónimo de mayor conocimiento y de un futuro cuyo poder adquisitivo dependerá de las habilidades de uno.
Todo este proceso de adquisición de conocimiento con medios económicos evidencian hasta donde hemos llegado los humanos; antes, el conocimiento era algo que provenía de nuestro entorno natural; podíamos aprender de las plantas, de los animales, hasta de nuestros semejantes sin tener que pagar una cuota, a menos claro que seas un riquillo y quieras aprender "más" sobre política y religión o más, por lo que tendrías que desembolsar mucha plata.
Conforme pasaban los siglos, el conocimiento sencillo se convertía en un conocimiento científico - académico, siempre dubitativo, siempre tratando de probar el porqué de las cosas. De la mano también evoluciona el aspecto económico de ese rubro: Empiezan a surgir las primeras escuelas, surgen las primeras cuotas para material o para apartar el lugar de un cuate entre los asientos de primera fila del profesor y surgen los primeros extorsionadores (bullies) que te quitan el dinero de tus bolsillos mientras ibas a comprar huayas con chile en el mercado.
Surgen también los primeros libros, las primeras bibliotecas, surgen los primeros especialistas en la educación (maestros-profesores-investigadores), los primeros sindicatos de maestros, y hasta las primeras sociedades de alumnos e instituciones de gobierno destinados a "coordinar" el sistema educativo. Todo esto en pos de obtener ciertas ganancias de índole económico que el propio conocimiento científico-académico les dejaba en las manos (si no lo creen, entonces pregúntenle a los líderes de los sindicatos actuales y verán).
Por lo tanto, lo que se suponía antes un acto desinteresado de formar mejores personas se convirtió en todo un negociazo en donde el líder sienta a los subordinados y, con cigarro en mano, empieza a hacer números, inversiones o retiros de riesgo (una vez más, pregúntenle a los sindicatos y a los organismos gubernamentales).
La Academia, exclusiva e inclusiva con anterioridad, se convirtió hoy por hoy en un mercado negro en donde el conocimiento se vende al mejor postor cuan esclavo en el mercado de esclavos de Nueva Orléans.
Vas a una universidad pública, preguntas por equis carrera y te vas asustando de lo bonito por la inscripción, la mensualidad, las fotocopias, los libros, los artículos en línea que debes de pagar en algún momento de tu vida por medio de fuentes electrónicas como JSTOR, etc.
Todos esos gastos, más los trámites para obtener un pedazo de hoja opalina con tu foto pegada, una serie alfanumérica (cédula profesional) y los viajecitos de un idiota a la capital solo por buscar el mentado papelito, son prácticamente el vivo ejemplo de ese mercado negro.
Ni qué decir de las universidades privadas, donde quizás puedas aprovechar al máximo el conocimiento o simple y llanamente te dediques a "fresear" por ahí en la más lujosa cafetería de la zona universitaria, pagando mensualidades de escándalo y comprando libros de apoyo, si es que lo manejan, y dejarlos a la bendición de Dios.
III. El conocimiento se vende; si lo aprovechas bien, si no, también...
El conocimiento es para algunos poder, para otros un tesoro de sabiduría, y para otros más una fuente de dinero.
Un clásico ejemplo de este último aspecto lo podemos encontrar en los proyectos gubernamentales enfocados a la educación en las escuelas de todos los géneros. Esa clase de proyectos son los que generan mayor percepción económica para la gente que ejerce algún cargo administrativo en alguna institución gubernamental relacionada con el hecho de compartir cierto conocimiento.
Otro ejemplo clásico lo podemos hallar en las mismas escuelas de todos los niveles; salvo con algunas excepciones, un alto porcentaje de docentes no sienten ni el más mínimo interés de que aprendas. Si aprendiste, bien; si no, pues arréglatelas como puedas, porque ellos no están para ayudar, sino simplemente para repetir el mismo discursito de "memoriza como loro y no comprendas nada".
El pequeñísimo porcentaje restante se enfoca más a que comprendas las materias que te imparten, se empeñan a que adquieras la habilidad bajo el sencillo y muy honesto convencimiento de que estas habilidades te servirán en un futuro. Es ese pequeño porcentaje de docentes a los cuales muchos admiran y respetan, aún cuando actualmente les lleve la chingada con el salario que cierta institución le escatima a lo grande en conjunto con el sindicato.
Ante todo esto, lector, ¿qué opinas al respecto?
E. Jodonx
Originalmente pensaba titularlo como "la Academia como un mercado negro del conocimiento", pero el sólo poner "Conocimiento en Venta" sentí que era mejor y más corto título para la reflexión que voy a mencionar aquí.
Sucedió que tomé un pequeño curso de capacitación para un trabajo en donde mi deber será en exclusiva capacitar a los docentes, claro que bajo la premisa de que me podría encontrar de todo un poco, desde docentes con todas las ganas de aprender hasta docentes que se pondrán tan tajantes que me dirán que no quieren que una chamaca como yo les diga como hacer su trabajo.
Durante las intensas sesiones, el capacitador, un argentino que ha trabajado mucho en el ámbito educativo, puso a colación un tema que está hasta ahora ampliamente discutido por la comunidad de los científicos sociales de cualquier disciplina: El Conocimiento como objeto de intercambio monetario.
I. Planteando el asunto "a calzón quitado".
Como dice el título, hay que plantear esta problemática sin tapujos, en la espera de represalias, mentadas de madre y hasta de ver caras agrias por parte de las "autoridades" académicas.
Con toda mi "tajantería", he de mencionar que el asunto de la Academia como un mercado negro del conocimiento no es algo nuevo en el mundo. De hecho, podría decirse que es el asunto más antiguo del mundo después de la prostitución y del surgimiento de los modelos de ciudades en Europa y alrededor del mundo.
Por si alguien no se había dado cuenta, la Academia antes era exclusiva e inclusiva, por no decir que solamente los riquillos podían saber leer, escribir, saber sumar, restar, aprender hasta lo que uno menos se imaginaría (eso se los dejo a ustedes para pensar), y que los demás miembros de la sociedad por milagro del Señor lograban acceder. No fue hasta en un período abarcado entre finales del siglo XVIII y principios ó mediados del XIX que la Academia empezó a abrirse para recibir a aquellos que pertenecían a la clase media (y por suerte, a algunos de clase baja) y más adelante, en el siglo XX, se abre para todos en general... Bueno, a casi todos.
Toda esa apertura por una módica cantidad de moneditas con el rostro de la Chabela o hasta de Polo Polo, claro, si es que a alguien se le ocurre tributear al comediante de Pepito o de Chabelo, que uno debe de desembolsar, esforzarse por reunir y volver a desembolsar. Y si eso no fuera suficiente, también uno tiene que ver la compradera de libros, fotocopias, artículos de internet necesarios para el trabajo escolar, pero bloqueados a no ser que pagues el importe, materiales de apoyo, sobornos para los prefectos, maestros, bullies, etc.
Esta clase de situaciones se han visto tanto en escuelas públicas como privadas, por lo que ya se imaginarán el tamaño asunto que existe en la actualidad: De la exclusividad a la apertura, y de la apertura al mercado negro.
II. La Academia: Un mercado negro.
Ir al preescolar y a la primaria es, para uno, sinónimo de libertad absoluta, juegos, formación de amistades y socialización; ir a la secundaria, por otro lado, es "madurar" o encaminarse hacia la transición del niño a púber, de dejar los juguetes y agarrar los cosméticos o las revistas porno. Ir a la preparatoria es, para algunos, la etapa de preparación hacia la vida adulta, la cual se alcanza con la entrada a la universidad, sinónimo de mayor conocimiento y de un futuro cuyo poder adquisitivo dependerá de las habilidades de uno.
Todo este proceso de adquisición de conocimiento con medios económicos evidencian hasta donde hemos llegado los humanos; antes, el conocimiento era algo que provenía de nuestro entorno natural; podíamos aprender de las plantas, de los animales, hasta de nuestros semejantes sin tener que pagar una cuota, a menos claro que seas un riquillo y quieras aprender "más" sobre política y religión o más, por lo que tendrías que desembolsar mucha plata.
Conforme pasaban los siglos, el conocimiento sencillo se convertía en un conocimiento científico - académico, siempre dubitativo, siempre tratando de probar el porqué de las cosas. De la mano también evoluciona el aspecto económico de ese rubro: Empiezan a surgir las primeras escuelas, surgen las primeras cuotas para material o para apartar el lugar de un cuate entre los asientos de primera fila del profesor y surgen los primeros extorsionadores (bullies) que te quitan el dinero de tus bolsillos mientras ibas a comprar huayas con chile en el mercado.
Surgen también los primeros libros, las primeras bibliotecas, surgen los primeros especialistas en la educación (maestros-profesores-investigadores), los primeros sindicatos de maestros, y hasta las primeras sociedades de alumnos e instituciones de gobierno destinados a "coordinar" el sistema educativo. Todo esto en pos de obtener ciertas ganancias de índole económico que el propio conocimiento científico-académico les dejaba en las manos (si no lo creen, entonces pregúntenle a los líderes de los sindicatos actuales y verán).
Por lo tanto, lo que se suponía antes un acto desinteresado de formar mejores personas se convirtió en todo un negociazo en donde el líder sienta a los subordinados y, con cigarro en mano, empieza a hacer números, inversiones o retiros de riesgo (una vez más, pregúntenle a los sindicatos y a los organismos gubernamentales).
La Academia, exclusiva e inclusiva con anterioridad, se convirtió hoy por hoy en un mercado negro en donde el conocimiento se vende al mejor postor cuan esclavo en el mercado de esclavos de Nueva Orléans.
Vas a una universidad pública, preguntas por equis carrera y te vas asustando de lo bonito por la inscripción, la mensualidad, las fotocopias, los libros, los artículos en línea que debes de pagar en algún momento de tu vida por medio de fuentes electrónicas como JSTOR, etc.
Todos esos gastos, más los trámites para obtener un pedazo de hoja opalina con tu foto pegada, una serie alfanumérica (cédula profesional) y los viajecitos de un idiota a la capital solo por buscar el mentado papelito, son prácticamente el vivo ejemplo de ese mercado negro.
Ni qué decir de las universidades privadas, donde quizás puedas aprovechar al máximo el conocimiento o simple y llanamente te dediques a "fresear" por ahí en la más lujosa cafetería de la zona universitaria, pagando mensualidades de escándalo y comprando libros de apoyo, si es que lo manejan, y dejarlos a la bendición de Dios.
III. El conocimiento se vende; si lo aprovechas bien, si no, también...
El conocimiento es para algunos poder, para otros un tesoro de sabiduría, y para otros más una fuente de dinero.
Un clásico ejemplo de este último aspecto lo podemos encontrar en los proyectos gubernamentales enfocados a la educación en las escuelas de todos los géneros. Esa clase de proyectos son los que generan mayor percepción económica para la gente que ejerce algún cargo administrativo en alguna institución gubernamental relacionada con el hecho de compartir cierto conocimiento.
Otro ejemplo clásico lo podemos hallar en las mismas escuelas de todos los niveles; salvo con algunas excepciones, un alto porcentaje de docentes no sienten ni el más mínimo interés de que aprendas. Si aprendiste, bien; si no, pues arréglatelas como puedas, porque ellos no están para ayudar, sino simplemente para repetir el mismo discursito de "memoriza como loro y no comprendas nada".
El pequeñísimo porcentaje restante se enfoca más a que comprendas las materias que te imparten, se empeñan a que adquieras la habilidad bajo el sencillo y muy honesto convencimiento de que estas habilidades te servirán en un futuro. Es ese pequeño porcentaje de docentes a los cuales muchos admiran y respetan, aún cuando actualmente les lleve la chingada con el salario que cierta institución le escatima a lo grande en conjunto con el sindicato.
Ante todo esto, lector, ¿qué opinas al respecto?
E. Jodonx